lunes, 18 de enero de 2010

-¿De mí? Pero si yo soy mucho mayor que vosotros. Vostros no tenéis derecho a exigirme nada.
Me miraron boquiabiertos, no esperaban que una chica que aparentaba tener la edad de su líder dijese que ella no era una niña. Las miradas iban de una chica a la otra. Comparando la estatura, los ojos y el color de pelo (cómo si esos detalles fuesen importantísimos). La chica se adelantó y me miró de arriba abajo, descaradamente, luego abrió la boca y cogió aire por la nariz.
- Tú tienes mi edad.

domingo, 17 de enero de 2010

¿Risa?


Abrieron la boca. Al principio creí que era de asombro pero luego comenzaron a producir sonidos. Eran muy extraños, no sabía que significaba aquello. Supuse que eso sería algún sonido que hacían los niños cuando no sabían que decir pero descubrí que no podía ser eso, uno de ellos estaba hablando intercalando esos sonidos.
- Eso mismo te podríamos decir a tí.
¿Cómo? ¿Creían que podían exigirme algo? Pero si ellos eran unos simples niños pequeños. Abrí la boca e intenté imitar el sonido que ellos habían hecho aunque no me salió muy bien.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Nada

Me miraron extrañados. Obviamente no se esperaban esa pregunta. Ni siquiera yo me la esperaba. Me había venido a la mente como única opción y yo la había elegido sin pensar en las consecuencias. No me solía pasar eso, es más, nunca me había pasado eso. Tal vez tuviese algo que ver el que nunca hubiese visto a un niño, tal vez me ponía nerviosa la presencia de todos esos pequeños seres de pelos revueltos y manos llenas de barro. No, no podía ser eso. A mi no me ponía nerviosa nada.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Respondí

Por supuesto que había ganado, sus ojos miraron el suelo avergonzados pero, ellos no eran los únicos ojos allí presentes. Cinco o seis pares más se clavaban en mí y yo no podía con todos a la vez. Tal vez había ganado a su supuesta líder, pero ellos lo ignoraban, lo único que sabían era que yo no les había contestado, no había abierto la boca. Cogí aire, algo tendría que decir. Abrí un poco la boca y dejé que las palabras escaparan.
-¿No sois muy pequeños para ir solos?

No se me ocurrió nada mejor.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sus palabras se quedaron en el aire, flotaron. Luego, rápidamente, volaron hacia mí y comenzaron a rodearme, me obligaron a contestar. Cerré los ojos, la única manera que conozco para protegerse de los ataques de las palabras. Me cargué de fuerza, podía contestarle. Abrí los ojos nuevamente, las palabras seguían allí, no les presté atención. Miré sus claros ojos, fijamente, imitándola. Me fijé en todo y cuando iba a apartar la mirada, descubrí algo nuevo, tenía miedo. ¿Miedo de mí?
No me extrañaría.
¿Miedo de perder?
Lo más probable.
Decidí que esa batalla ya estaba ganada por lo que no aparté la mirada, aguanté y gané.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Ella


Uno de ellos se adelantó. Tenía el pelo claro y largo. Lo tenía enmarañado, como si no se lo hubiese peinado en años, puede que así fuese. Sus ojos, sus ojos también eran claros, todo era claro en ella, sus ojos, su pelo, su piel... incluso sus ropas eran claras, algo extraño. ¿Por dónde iba? Ah, sí, ya recuerdo, sus ojos. Sus ojos me miraban fijamente, me taladraron, miraron dentro de mí y registraron mis sentimientos, todos. Aguanté. Tenía que aguantar, yo los había llamado, me lo había buscado. Sin embargo, aunque no os lo parezca, no me arrepentí de haberlos llamado, sabía que no me había equivocado.
-¿Qué?

Se cansó de mirar

domingo, 8 de noviembre de 2009

Descubrimientos

Se giraron. Me miraron atentamente, estudiándome. Yo esperé de pie, vacilante. Ahora eran ellos los que dudaban. Algunos querían seguir con su camino, otros volver, no se decidían. Finalmente un grupo venció, se fueron acercando a mí, paso a paso, poco a poco. Mientras se acercaban fui notando diferencias entre ellos. Algunos tenían el pelo largo, otros corto, algunos no tenían. He mencionado que nunca había visto un niño, ¿cierto? Bueno, no había visto ningún niño hasta donde llegaba mi memoria, pero tampoco había visto ninguna niña. No sabía, llamadme inculta, que los niños se convertirían en adultos, no sabía que existían los niños y las niñas, es más, no sabía que yo era una niña. Jamás había visto mi imagen por lo que creía que era como las demás personas con las que había vivido, adultos. Creía que yo era, por eliminación, una mujer, una mujer baja, pero una mujer adulta.